domingo, 10 de febrero de 2008

La Mitad Perdida

Tu y Yo

y dijo a la Mujer la Serpiente

Cuatro Caminos (poema ilustrado)

Presentación

Soy nacida en Tucumán, tal vez de allá traje el dulzor de la caña de azúcar que a veces vierten mis poemas o la soledad del Aconquija que a veces los empaña con su niebla. Pero no puedo decir que soy “tucumana” porque fue Tartagal, ese pueblo-ciudad del norte de Salta el que me vio dar mis primeros pasos y mi primer beso en una placita de barrio. Fue su luna algarrobera la que me espió cuando borroneaba mi primer poema y cuando se me cayeron las primeras lágrimas por algún amor pasajero que por aquel entonces creía eterno.
La antropología me eligió para que fuera su servidora porque yo jamás me serví de ella para ganar un céntimo. De hecho no le echo la culpa de nada. Soy lo que hoy soy por ella. Estamos a mano, saldada deudas y servicios.
No puedo decir lo mismo de la Literatura porque en este caso yo me serví de ella para expresar lo más profundo de mi ser, las oscuridades subterráneas que me habitan y que aun no alcanzo a descubrir. También la usé para decir lo banal y lo casual. Estoy en deuda con ella, la usé, me serví de sus recursos sin embargo no le devolví hasta hora ninguna obra publicada. Prometo y ustedes son testigos de mi promesa que pronto lo haré.
Descubrí la literatura en los poemas de Pablo Neruda. Yo era un niña que vivía en un pueblo muy humilde, mi escuela era hecha de tablas con baños de pozo y aulas donde aprendían también los ratones. En mi casa, mi madre estaba bastante ocupada con las ollas y con lo que había que poner dentro de ellas, así que no había tiempo para la charla ni para los abrazos. Había abandonado a mi padre en Tucumán para correr tras el amor de alguien que habiéndole dicho que era su única mujer en el universo, se le apareció el día de la huida con tres hijos cuya madre se los había arrojado para que asumiera “de prepo” una responsabilidad que nunca tuvo. En ese agregado de personas, de chicos que no sabían porque ninguno tenía el apellido del padre ni de madre alguna ni que eran unos de los otros, crecí, junto a esas dos personas que un día huyeron de Tucumán para permanecer juntos hasta que la muerte decidió lo contrario. En ese ámbito de locos y horfandades encontrar a Neruda y sus Poemas, fue para mi la salvación. Devolví esa deuda dando su nombre a mi hijo Pablo.
En el hogar que crecí no había nada que se pareciera a una biblioteca ni siquiera lo había en el barrio donde vivía, por eso la escuela fue el ámbito primero y único de mi formación. Por entonces la escuela pública cumplía su finalidad constitucional.
Es cierto aun no tengo publicado mi primer libro de los cinco que tengo terminados. La resistencia está en mi, lo se, aunque no alcanzo aun a imaginar por qué. Pero tengo mis escritos, cuentos y poemas, mitos y notas periodísticas en diversas publicaciones gráficas y en internet en numerosos sitios, en particular en el propio: www.nortedelbermejo.com.ar

Digo algo en particular de mi trabajo con los aborígenes con cuyos pueblos convivo en Tartagal donde habitan siete etnias: wichis matacos, chorotes, chulupies, tobas, guaranies chiriguanos, arawac chanés y Tapietes. Mi relación con ellos fue por mi oficio de antropóloga, pero trascendió la cuestión laboral para convertirse en algo mas personal, a veces parecido a la amistad y otras en Amistad real. Fue allí, desde ese lugar donde pude conocerlos, al compartir momentos por ejemplo a la orilla del Pilcomayo, ese Río de los Pájaros que cruza el chaco salteño. Allí con el mechero blanco de la luna, nos reímos con las picardía de Tokwaj, ese pillo que hace travesuras desordenando el mundo que va creando Isi Nilataj, la Luz creadora. Allí en esos espacios me adentré en su cultura y vi la riqueza milenaria que lo habita. Los visitantes extraños cuando llegan a una comunidad ven sólo lo externo de su pobreza, que es cierto es real y muy dura, pero no alcanzan a sospechar la extraordinaria riqueza que ellos guardan.
En los cuentos infantiles que escribí, respeté el mito en cuales baso el relato, lo que aporto la forma de presentar hechos y situaciones que en el relato original aparecen con toda su crudeza. El Halcón quema vivo todo un pueblo que después cuando salen ya no son hombres sino animales, las Mujeres Palomas se comen vivos los hombres que cazan, Chemastaky come los jóvenes y a casi todo un pueblo y luego lo queman vivo a el. En fin, he considerado que no era conveniente poner en un cuento para niños estas crueldades. Demasiada violencia viven cotidianamente en su propio mundo para agregarle mas. Esta es la modificación que he introducido.